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  I

Lo Primordial
Cierto es imposible que recuerde lo incisivo de mi nacimiento ni mucho menos me voy a acordar de las palmadas que me dieron ni la primera vez que lloré.
Porque al comienzo todas las cosas no eran nada, al principio simplemente flotábamos en agua, no tuvimos ni oferta ni demanda. No tuvimos nada que pagar, las proteínas y los carbohidratos eran gratis, compensando el día anterior…
Ciertamente, quedó claro que el paraíso era su montaña redonda,
el calor de su vientre, como el ruido de un arpa y ciertamente, cuando vine creciendo no pararon de repetirme que todos íbamos a ser grandes emprendedores, la gloria del comercio de las energias para vencer la entropía. La venta de cordilleras y piedras, brillantes metales, mientras sacábamos óleo del negro subsuelo.
Despues nos han organizado para ir vendiendo el litio al mejor postor, y abriendo una ventana de Molibdeno. Así se fueron creando los viejos paradigmas; dejando de lado para museos,
las lápidas con frases transitivas en viejos cementerios de mármol almacenando enredaderas de flores hilvanadas en altas cruces mostrando lo que nunca pudo ser y, sobretodo aquello que no fue…
Ahora sembramos, por todos lados, pasto verde por encima del jardín de las cenizas. Ciertamente, participan dejando bien aclarado que el negocio era solo eso, la definición de la miniatura de todas las cosas y no cosechar demasiados cereales, porque ellos iban a quemar la mitad del fruto para que no se arruinaran, porque si ofrecían mucho, el pan pierde su precio…
Ciertamente, ahora no tengo la menor duda que aquí, en esta noche de estrechas estrellas, aunque se se muevan lejanas, serán siempre imposibles para nosotros debido a la luz de sus años.
Me quedó claro que desde allí o quizás desde el inalcanzable más allá, en ese momento, cuando recién nací, me robaron el paraíso… de
"Prejuicios Anteriores"
Francisco Viñuela







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