Astralogando
VII
Astralogando
Ahora así se construye la noche, interrogando esa inmutable escritura; esperando siempre una respuesta de la galaxia, sentado frente a ella, en este inmenso espacio oscuro donde brilló a lo mejor por última vez, en su interminable distancia, esa roca ardiente iluminando su propia trayectoria...
Aceptando, como si realmente allí arriba hubiese norte y sur, como si cada astro aún sigue descargando en el tiempo su luz extinguida hace millones de noches y, todo eso en el inmenso espacio oscuro de nuestra ambición.
Porque finalmente todo no es sino luz sobre una esquirla de vidrio o pintura derritiéndose y así vamos construyendo la interminable distancia que nos hace unir el dolor a la memoria.
Nos meten dentro del horno de la vida, como si realmente algo fuese a alterar el color cordial de nuestro camino, o incluso modificar la geometría del alma o el cementerio de todas las rabias.
Resulta que somos pájaros de alas recortadas; breves instantes de fuego ardiente, simple trayectoria de breve gris azul en la ceniza...
Por eso ahora he puesto en mi bandeja de madera trozos de luna negra, betarraga y vinagre oloroso, todo lo inmóvil, todo aquello que tiene su propia luz, lo invisible que lleva un color diferente en su propia fuerza...
Todavía el fruto en la planta no es sino flor naciente, dibujo japonés, tinta china de un perfil esperado y la veo subir el agua anclada a la raíz de su propio desafío...
Entonces lo que no es se hace algo ! aunque aún no late, aún no grita ! solamente el viento mueve la brisa de la lluvia.
Así vinimos, desde todos los principios, pintando ruidos y pájaros naranjas para adornar el temor de una ausencia; sustentando el fruto, la química escondida en la molécula, millonésima energía, secreto del microscopio, como un saltamontes nervioso, observando la curva de una espalda que se estremece bajo la vida que llama y sube...
de
"Prejuicios Anteriores"
Francisco Viñuela
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